VI JORNADAS DE LA DISIDENCIA


NUESTRA MISIÓN: La fidelidad en la lucha por Europa, nuestra gran patria

Amigos y camaradas de la disidencia identitaria en las Españas:

Ante todo, transmitiros, a través de mis fieles camaradas de Tierra y Pueblo, el saludo profundo y la solidaridad absoluta de los hombres y las mujeres de Terre et Peuple, en general; los míos propios, en particular; por vuestra fidelidad y tenacidad en nuestra lucha común, llamada Europa; como lo demuestran vuestras ya VI Jornadas de la Disidencia.  Unas jornadas ciertamente militantes a las que, como en ocasiones anteriores, habría asistido, muy gustosamente, si no hubieran coincidido en el tiempo con otras iniciativas de carácter patriótico y social desarrolladas en Francia a lo largo de este mismo fin de semana y a las que ya estaba comprometido de antemano; máxime sabiendo de la presencia entre vosotros de viejos amigos, como, entre otros, Serge Ayoub (Troisième Voie), José Luis Jerez, Juan Antonio Llopart (M.S.R.), Tomislav Sunić (The official website of Dr. Tomislav Sunić) o Hervé Van Laethem (Nation); cuya unidad de acción supone una inigualable muestra del carácter europeo, lo reitero, de nuestra lucha común.

La lucha por nuestra gran patria, Europa, sin ambigüedades y tal y como tengo siempre por costumbre manifestar, es la de mi campo; el que, como bien sabéis, no ha cambiado ni un ápice desde aquel año de 1958 e. c. –tenía entonces dieciséis años– en que lucía con orgullo la insignia de Jeune Nation prendida en la solapa de mi casaca y pegaba carteles nacional-revolucionarios junto a mis jóvenes camaradas lyoneses sobre las paredes de mi entrañable ciudad de Lyon. De ahí que la Cruz céltica está siempre en mi corazón y de él jamás se moverá. Y cuando escucho aquello de que «sí, pero puede que ello no sea demasiado prudente, puede que ello no sea demasiado moderado. Además –como dicen algunos–, se arriesga usted a ser “demonizado”...» –pues, como bien todos sabéis, parece que hay cierta gente que un día fue supuestamente afín a nuestro campo y hoy no quiere ser “demonizada”; en aras, por supuesto, a lograr un pedigrí de quimérica “respetabilidad” por parte de los amos del Sistema dominante y que se la termine cediendo alguna ilusoria “cuota de poder”, desde la que, dice esa pobre gente ilusa, ir implantando su “vía pragmática y realista”–, es entonces cuando les respondo que ser “demonizado” me agrada sobre manera; pues, cuando me hallo rodeado de fieles camaradas a los que aprecio inmensamente y con los que comparto la misma “demonización”, todo va bien; me siento muy, muy bien dentro de mi piel. Pues sé que con ellos, parafraseando a Jean Mabire, siempre presente en espíritu en nuestra eterna lucha común desde allá arriba en la Polar, puedo ir a la guerra con toda la alegría del mundo. Al fin y al cabo y volviendo a parafrasear a Mait’Jean, «no sé si cambiaremos al mundo, pero si que sé que el mundo no nos cambiará». Dicho de otro modo y sabiendo que me comprenderéis perfectamente, que nadie cuente absolutamente para nada conmigo, más temprano o más tarde, para verter, por poca que sea, agua en mi vino, porque gusto mucho del buen vino y, ciertamente, el agua en el vino siempre resulta muy mal asunto. Es decir que no me gusta. Y creo que a vosotros, la genuina disidencia identitaria española, tampoco. En pocas palabras: Cuestión de fidelidad.

Seguramente por ello, como muchos ya sabéis, la asociación que tengo a bien dirigir, Terre et Peuple, como todos los años, tenía prevista y organizada, para mañana mismo, Domingo, 13 de Noviembre, nuestra habitual ‘Mesa redonda’ –que, modestia aparte, se ha convertido con los años en la cita de referencia anual para todos los identitarios y nacional-revolucionarios europeos verdaderos–, en la región parisina, más concretamente en un lugar llamado Villepreux; pero, hace poco más de un mes, el propietario del lugar me hacía saber que, después de habernos alquilado sus magníficas instalaciones durante ocho años consecutivos, no nos quería más en las mismas; puesto que cierta “gente”, sí, cierta “gente” le visitó expresamente para decirle que «ha de saber usted que si quiere continuar contando con determinados buenos clientes, buenos clientes que todavía hoy le permiten vivir, ha de dejar por completo de invitar a Terre et Peuple. Se acabó...». Obviamente, sobre esa “gente” en cuestión me he informado un poco. Y digamos que, dejando poco espacio para el equívoco, se les puede presentar perfectamente como los nuevos zelotes de lo “políticamente correcto”. El tema de nuestra ‘Mesa redonda’ era y, por supuesto, seguirá siéndolo, porque nuestra ‘Mesa redonda’ la haremos; la haremos contra vientos y mareas, porque en Terre et Peuple y Tierra y Pueblo no tenemos por costumbre ceder siquiera un palmo de terreno –de hecho, ya hemos anunciado para ella un nuevo lugar, Rungis, y una nueva fecha, el próximo 4 de Diciembre–; el tema será, pues, “Lobbys y grupos de presión en Francia”. Aunque alguna vez oigo a algunos decir «sí, pero los lobbys no existen...». Seguramente que no existen. Pero en todo caso hay uno, un lobby muy concreto, que hizo cuanto fue necesario para impedir que pudiéramos contar con nuestra sala, después de haber sido reservada y pagada desde hacía ya bastante tiempo. Pero ello no ha supuesto más que un pequeño contratiempo. Y les digo a mis amigos, preocupados por cuanto nos acontece y que ellos consideran como terrible, que no, queridos amigos; que hay que tener bien metido en la cabeza que estamos en guerra. ¡Estamos en guerra! Y en la guerra se reciben golpes; se dan golpes y, evidentemente, haremos cuanto sea necesario para darlos; pero, de vez en cuando, también se reciben. Forma parte del juego. La guerra es así. Y, quede bien claro, aquí no hemos venido para dar un paseo bucólico. En todo caso, quede no menos claro que los lobbys, en todo caso uno, hay un lobby que existe; habida cuenta de que, como acabo de relatar, hemos podido comprobar con toda precisión una de sus acciones directas contra nosotros mismos. De hecho, saben muy bien qué y cómo han de hacer. Razón por la que, obviamente, el deber de lucidez a ello nos obliga, hemos de intentar estar más allá de su altura y contribuir con todas nuestras energías a derrotarles. La supervivencia de nuestros pueblos europeos así nos lo demanda.

Por ello, creo que es del todo indispensable que todos nuestros movimientos disidentes e identitarios, nacional-revolucionarios y social-patriotas, cada uno con sus propias y naturales especificidades, con sus legítimas razones de ser, lo cual muy bien está, se conciencien por completo de que, en lo sucesivo, hay que habituarse, aunque ya se haya iniciado tal camino pero hay que reforzarlo, a trabajar conjuntamente y en plena coordinación; como del nuevo gran ejército de voluntarios europeos que se apresta, más que nunca en nuestra gran historia milenaria, a una nueva pero decisiva gran batalla. Como en las Termópilas, como en Las Navas de Tolosa y en Poitiers, como en Lepanto y en Viena, como en el Alcázar de Toledo y en el Frente del Este, como en Berlín y en Belgrado... Es algo que anhelo muy vivamente. Más allá de toda “institucionalización”, por supuesto. Pues, a fin de cuentas, estamos entre camaradas. Pero –lo repito– en plena coordinación; ya que, cuando uno u otro de nuestros movimientos sufra –para entendernos– algún “sinsabor”, todos los demás estén ahí para ser solidarios. Codo con codo y hombro con hombro, como en la viejas legiones. Y más allá de nuestras pequeñas diferencias; las cuales, sinceramente, no tienen más que una pequeña importancia extremamente relativa. De hecho, es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa. Y no olvidemos, pues, que somos Europa. Todos nuestros pueblos europeos tienen un origen común. Por nuestras venas fluye la herencia nórdica, griega, romana, celta, germánica, eslava. Y a un mismo origen, un mismo destino. Si no, ahí está el enemigo, el mismo enemigo común, para recordárnoslo, una y otra vez, la anti Europa. Ella es la razón que nos ha de unir. Pase lo que pase. Y por muy mucho que parezca algo vetusto, viejo, que viene de muy lejos pero que, sin embargo, siempre está de actualidad, esa misma anti Europa que se sitúa frente a nosotros es la que nos ha de unir, justamente, para combatirla. Así que vamos a combatirla. Todos juntos. Este mismo fin de semana, vosotros en las VI Jornadas de la Disidencia en Madrid; nosotros en un encuentro de síntesis nacional en París. Mañana, ya, todos juntos, en Europa entera y unida.

Camaradas:

¡¡ARRIBA EUROPA!!

Pierre Vial, Presidente de Terre et Peuple - Tierra y Pueblo