miércoles, 31 de agosto de 2011

YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS: JOSÉ ORTEGA Y GASSET


Nació José Ortega y Gasset en Madrid, el 9 de mayo de 1883. El ha dicho que nació sobre la rotativa de un periódico. Es textualmente exacto; nació en un piso sobre la imprenta de un periódico -El Imparcial- que dirigía su padre, don José Ortega Munilla, y sus libros dejan oír un rumor nativo a rotativa, porque muchos de sus capítulos han sido antes artículos de periódicos. "El articulo de periódico —ha escrito— es hoy una forma imprescindible del espíritu", y los libros futuros han de recoger en su forma y estilo la experiencia ganada en el periódico. Mas al mismo tiempo siguió, en lugar más recóndito —la Cátedra de Metafísica de la Universidad Central, en la que muy joven, en 1910, sucedió a don Nicolás Salmerón—, una áspera labor de rigurosa filosofía que se descubre como inspiración, músculo y armazón hasta en sus pasajes más literarios. Sus pensamientos no han sido ocurrencias inconexas y casuales, sino "meditaciones" a las que el análisis no ha helado con su frío ni ha quitado la apariencia encantadora de "visiones"; éste ha sido el milagro de este autor; que sus ideas aun analizadas y desarrolladas filosóficamente, guardan todavía su calor de emoción, su palpitación primera, su entereza original. Por razón de esta equilibrada combinación de elementos era, para los que necesitan clasificaciones, ante todo, un gran escritor o principalmente un filósofo, sin ver que su gran realidad humana no se prestaba a estas disecciones porque ambos componentes eran constitutivos, inseparables.

Así como el crítico de pintura Francisco Alcántara decía que la luz de la Castilla central es la quintaesencia de todas las luces provinciales, en la persona de Ortega y Gasset —castellano de nacimiento— se cruzaban sangres oriundas de los cuatro costados de España —de Galicia, de Andalucía, de Extremadura y de la Rioja—; por virtud de esta fusión ha sido Ortega y Gasset el español armonioso. Acaso nadie ha sentido como él, en la propia entraña, la rica variedad española a la par que la esencia única de lo español, el tirón centrífugo de las regiones y la fuerza de la magna Castilla que, con sólo mirarlas quietamente desde su altiplanicie, las retiene y enlaza.

Estudió el Bachillerato en el Colegio de los Padres Jesuitas de Miraflores del Palo (Málaga), donde recibió del Padre Gonzalo Coloma la enseñanza de las lenguas latina y griega, que poseía a la perfección. En 1904 se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad Central con una tesis sobre los terrores del Milenio; fue poco después profesor en la Escuela Superior de Magisterio y más tarde —como queda dicho— catedrático de la Central hasta 1936. Dos veces estuvo en Alemania, en las Universidades de Berlín y Leipzig y, finalmente, vuelve a Marburgo en 1911. Era entonces esta pequeña ciudad la Meca de la filosofía kantiana. El futuro "meditador de El Escorial" —pudridero de reyes, silla de piedra granítica al pie de la áspera cordillera carpeto-vetónica— absorbe en aquella pequeña ciudad gótica, junto a un manso río, ceñido de redondas colinas, lo que se ha llamado la corriente central del pensamiento europeo. Diez años vive ortodoxamente dentro de la filosofía kantiana. Yo la he respirado -decía- como una atmósfera y ha sido a la vez mi casa y mi prisión. Pero un día se evade. De la magnífica prisión kantiana sólo es posible evadirse ingiriéndola. Es preciso ser kantiano hasta el fondo de sí mismo y luego, por digestión, renacer a un nuevo espíritu.

Mucho antes, su primer escrito, el artículo "Glosas" —en la revista Vida nueva, de 19 de diciembre de 1902— ya señalaba su descontento hacia la filosofía tradicional por su visión del "hombre en general". En aquel artículo ya están en germen muchas de sus ideas posteriores, que tuvieron un primer desarrollo en artículos publicados en los Lunes de El Imparcial, donde colaboró asiduamente, comentando también -como antes en Faro y otras revistas, como Europa- temas y sucesos de la vida pública en que ejercía "la crítica como patriotismo". En 1914 pronunció en el teatro de la Comedia su famosa conferencia Vieja y nueva política, en que oponía dos Españas: la "España oficial" y la "España vital", expresiones todas que han quedado, porque Ortega siempre tuvo el acierto literario de forjar alguna expresión afortunada que se perpetuaba como moneda de brillo y troquel inalterables. Aquella conferencia era la presentación de la "Liga de Educación Política", que se aproximó al Reformismo para alejarse en cuanto éste hizo ademán de aliarse a los viejos partidos monárquicos. En este aspecto público de su vida ha de recordarse también la fundación —en 1915, con un grupo de escritores, Baroja, Azorín, D'Ors, Pérez de Ayala, Antonio Machado— de la revista España. Semanario de la Vida Nacional que ha dejado honda huella en la juventud española de aquel tiempo, y su articulo "Bajo el arco en ruina", en que anunciaba los separatismos de las regiones y las clases sociales. Consecuencia de aquel articulo fue la fundación, en 1917, de El Sol, donde siguió escribiendo con su firma y sin ella, y reunió en su torno una selección de grandes escritores. Más tarde fundó la "Agrupación al Servicio de la República" y fue elegido diputado por León en las primeras Cortes republicanas. Pero ya a finales de 1931, en artículos publicados en el diario Luz y, sobre todo en la conferencia del "cine" de la Opera, patentizó rotundamente su grave disconformidad con la política de los Gobiernos de la República. Una vez aprobado el Estatuto de Cataluña, su discrepancia le llevó a ausentarse definitivamente del Parlamento y, en general, de la vida política, para consagrarse exclusivamente a la filosofía. La primera enunciación clara de su filosofía aparece en su primer libro Meditaciones del Quijote (1914), donde se encuentran ya casi todos sus conceptos fundamentales, anticipándose en muchos años a las teorías filosóficas que después habían de correr en Europa bajo otros nombres. En 1916 publicó el primer tomo de El Espectador, al que seguirían otros siete, que constituyen una verdadera Enciclopedia artística, literaria y filosófica. Leyéndolos dijo el crítico alemán Ernst Robert Curtius: "Ortega y Gasset es tal vez el único hombre que puede hablar hoy en Europa, con igual seguridad de juicio, con igual brillantez en la expresión, de Kant y de Proust, del arte prehistórico y de la pintura cubista, de Scheler y Debussy." Y agregaríamos, de la teoría de la relatividad y de las evoluciones históricas, de la discontinuidad de la materia y del Estado moderno, de Mallarmé y de la etnografía, etc. Especialmente famoso es su libro La Deshumanización del Arte (1925) que constituye un diagnóstico profundo de las características del arte nuevo. En este sentido ha sido un "europeo". Hay muy pocos europeos que lleven en si la integridad de la cultura europea, sin trozos truncos, sin cegueras parciales, sin cerrazones especialistas. Uno de ellos ha sido Ortega y Gasset. En sus empresas culturales —la Revista de Occidente y sus ediciones, la "Biblioteca de Ideas del siglo XX— derramó por los países de habla española todo el pensamiento europeo. "Cultura —ha dicho— es el sistema vital de las ideas de cada tiempo". Él las ha vivido y han vivido en él, lo que no excluía una crítica aguda de la misma cultura que vivía tan plenamente. La filosofía de Ortega y Gasset combate contra el racionalismo, el idealismo y el utopismo y, si se permite la palabra, contra el infinitismo de la cultura. La cultura europea -decía- se ha apartado de la vida en la nave del racionalismo. Pero como las tripulaciones de los veleros antiguos en largas travesías, ha enfermado por falta de vitaminas. "Cultura anémica" la ha llamado Ortega en el primer tomo de El Espectador, añadiendo: "La vida tiene que ser culta, pero la cultura ha de ser vital." El tema de nuestro tiempo (1923) -así se llama otro de sus libros fundamentales- consiste en vitalizar nuevamente a la cultura, colocar otra vez la razón en su sitio; es decir, dentro de la vida. Este principio va a la vez contra el racionalismo. La "razón vital" de Ortega -desarrollada en libros posteriores: En torno a Galileo, Historia como sistema, Ideas y creencias, Ensimismamiento y alteración, Prólogo a un tratado de montería-, núcleo de su filosofía, es la superación de la antítesis de razón y vida. Este principio es el que ha salvado a la filosofía española de caer en los errores del existencialismo.

Pero siendo un "europeo" era un "español". En su primer libro decía -y podría repetirlo hasta el final de su vida- que siempre había estado "haciendo con los más humildes rayicos del alma experimentados de nueva España". Por toda su obra corre esta preocupación: ¿qué es España?, ¿qué puede ser todavía?, ¿cuál es su forma suprema de coexistencia con los demás pueblos, con esta época? Con esta amorosa preocupación ha recorrido los viejos caminos de España, por las tierras que el Cid cabalgó, por la ruta manchega de Don Quijote, primero a lomo de mulo, después en automóvil. Su última enfermedad le sobrevino tras una de estas excursiones por los pueblos españoles.

Fruto de esta preocupación fue su España invertebrada (1920), donde al análisis de la situación española, al que siguió el de la situación europea en su famoso libro La rebelión de las masas (1930) -traducido a casi todas las lenguas del mundo- se unen los primeros esbozos de una sociología que había de desarrollar después de exponerla en Argentina, Holanda, Alemania, en sus conferencias del "Instituto de Humanidades" -fundado en 1948 por él mismo- sobre El Hombre y la Gente, en el año 1949, precedidas un año antes por las del Círculo de la Unión Mercantil sobre Un ensayo de historia de Toynbee. Esta actividad de conferenciante es otro de los capítulos importantes de la obra de Ortega. Ya en 1916 y 1928 sus conferencias en Buenos Aires atrajeron tal afluencia de público que fue menester una intervención de la policía. En 1929 su curso con el tema ¿Qué es la filosofía?, comenzado en el salón "Rex" de Madrid, tuvo que ser trasladado, por insuficiencia de local, a un teatro.

En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se traslada a Francia, Holanda, luego Argentina, Portugal, etc., y hasta 1945 no vuelve a España, donde permanece sólo sucesivas temporadas, pero sin reanudar el ejercicio de su cátedra ni participar en modo alguno en la vida pública y conservando, hasta su muerte, su domicilio de Lisboa.

En 1949 fue llamado a pronunciar el discurso inaugural del centenario de Goethe en Hamburgo; después sobre el mismo tema pronunció varias lecciones en Aspen (Estados Unidos). Aún, más recientemente, en Alemania, Suiza, Inglaterra e Italia. Era el filósofo más leído y escuchado por un público internacional y, desde luego, el de mayor influjo sobre los españoles contemporáneos, hasta tal punto que puede decirse que ha sido en España más que un hombre, un "acontecimiento". Sólo un "acontecimiento" puede influir de tal forma sobre los aspectos más heterogéneos de un país, sobre la literatura, la política, la filosofía, las artes, la enseñanza, las maneras y los estilos, sobre las capas sociales más distanciadas. A un hombre solo no se le puede reconocer este fortísimo poder de trastocación y reforma.

Muere en Madrid el 18 de octubre de 1955.

DATOS BIOGRÁFICOS DE DON JOSÉ ORTEGA Y GASSET

Fernando Vela.



lunes, 29 de agosto de 2011

MISAEL BAÑUELOS. MEDICO Y PENSADOR PARA SU PUEBLO.


En el Dr. Bañuelos se concentra y converge la personalidad de un gran erudito español, con la inteligencia profunda y penetrante de un escudriñador de su tiempo y de su Patria, de un sintetizador minucioso y analítico de causas y efectos, de un investigador de fuentes y orígenes y de un gran soñador de esperanzas.

Suele suceder que los hombres que destacan por sus brillantes exposiciones y elocuentes ensayos científicos y doctrinales, pasen desapercibidos y duerman sus obras adosadas en las estanterías compactas de bibliotecas especializadas. Preguntar a nuestros contemporáneos por un contemporáneo reciente y compañero de siglo como el Dr. Bañuelos García es encontrar, casi con toda seguridad, una respuesta negativa por la ignorancia del autor y de la obra. Y sin embargo como catedrático, como hombre de ciencias, como paciente y riguroso constatador de los fenómenos humanos, como escritor e incluso como buen conversador en las tertulias de los humeantes y concurridos cafés de Castilla, como conferenciante sobresalió y destacó uniendo a su docencia magistral, el empirismo y la praxis, la teoría y la acción, el ayer y el mañana.

Nos centraremos en sus obras literarias y de sociología biológica, no sin dejar de mencionar, aunque sólo sea como bibliografía, la vertebración de sus ampliaciones de medicina y biología general, como su Psicofisiología del dolor, obra premiada por la Real Academia de Medicina en 1915; las dos obras aparecidas en 1928 sobre Principios fundamentales del arte clínico y Patología y Clínica del sistema neurovegetativo; La cura de reposo en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar de 1931, que por su interés sería traducida al francés y al italiano; en 1933 aparecía El ritmo como función del sistema neurovegetativo y dos años más tarde los tres grandes volúmenes con un total de 2.900 páginas, su Manual de Patología Médica, viendo la luz al año siguiente, en 1936, sus Fundamentos aparentes del mundo de lo organizado. Abre durante la guerra de liberación española un paréntesis y escribe incesantemente publicando durante los mil días de la contienda seis volúmenes de una colección que epigraía como Problemas de mi tiempo y de mi patria y en la que desarrolla una visión de la sociología desde una óptica biológica. Son de estas obras las que nos ocuparemos con mayor detenimiento en los límites de espacio de una publicación periódica. En 1940 publica dos obras: Patología y clínica del sueño y estados afines y una obra curiosa y rara por la temática y por las conclusiones a las que llega, y que incluiremos en nuestro escrito de forma más pormenorizada: Antropología actual de los españoles. En 1941 constatamos tres obras: su Pulmonías y bronconeumonías, el Manual de Terapéutica Clínica en lo que respecta a temas profesionales de su especialidad, y Temas y meditaciones breves con una complicación de escritos y artículos de gran interés y, finalmente, en 1942 se editan Personalidad Carácter y Psicología de la masculinidad, última de sus obras que tenemos catalogadas y que dedica a “sus enemigos activos, agresores y calumniadores".

Bastaría la enumeración de su obra escrita que llena decenas de millares de páginas para confirmar que estamos ante la presencia de un genio, de una capacidad cerebral, de un metódico y estudioso profesor universitario cuyo legado es ingente y de un valor inestimable.

El primero de sus libros sobre temas sociológicos lo dedica a su madre, doña Isabel García del Campillo y a don Severo Bañuelos Diez, padre del autor cuyo recuerdo y enseñanzas animaron la redacción de este libro, y que fue redactado, según las primeras líneas del libro bajo la inquietud que, en numerosos españoles que sienten muy vivamente el amor a la Patria, han producido los acontecimientos desarrollados en los últimos años en España, y lo escribe porque cree firmemente que la dirección actual y la trayectoria que la humanidad sigue desde hace más de un siglo, tiene que ser rectificada prontamente si se quiere evitar la ruina de la civilización de los días que vivimos, y hacer posible, a la vez, el surgimiento de una nueva cultura y otra civilización más perfecta que la de hoy. Como biólogo considera que el examen desde su prisma de los problemas de la vida humana en sociedad, es indispensable para juzgar acertadamente el camino más conveniente de la humanidad actual y futura.

Y es curioso y sintomático que lo primero que le preocupa son las ventajas e inconvenientes, desde el punto de vista biológico, que presentan los sistemas parlamentarios, haciendo entre otras las siguientes observaciones: la democracia tiene terribles inconvenientes. Las ideas democráticas declaran al hombre igual en derechos, en posibilidades, en deberes, pero no se cumple igualmente, ni se respeta lo que se refiere a los deberes. Y con ello surgen a la larga los grandes inconvenientes que la democracia encierra en su seno. Inconvenientes tremendos que pueden dar al traste con una civilización y una cultura, y que pueden provocar la regresión hacia etapas ya recorridas por la Humanidad con triste experiencia...

Subraya que las leyes biológicas son inflexibles, y que el hombre hecho de materia viva y la humanidad hecha de hombres, está sometida a las mismas leyes que rigen la existencia de los seres vivos. Y añade: hay una gran realidad biológica, y es que los hombres no son iguales, los hombres son diferentes. Las religiones, la filosofía y la moral proclamarán la igualdad; pero la Biología, que se basa en la realidad, afirma que son diferentes, y por ello son diferentes las culturas de Oriente y Occidente, las antiguas y las actuales, y lo serán las venideras.

Enjuicia los partidos políticos anotando que defienden única y exclusivamente, y luchan principalmente, por los intereses económicos de sus adheridos.

Hace una observación constatable al afirmar que el afán de riqueza conduce a limitar los nacimientos y a la larga a la desaparición de las familias que han alcanzado la riqueza por no haber tenido descendencia. Por ello se ha dicho que el capitalismo devora a sus propios hijos. Sigue los dictados de Goethe proclamando que más útil que saber es pensar, y más importante que pensar, observar, y así llega a la conclusión de que pensar vale como pensar por cuenta propia, y saber equivale a creer que se piensa, cuando en realidad sólo se hace pensar por cuenta ajena. El pensamiento original propio es la expresión elevada de la actividad contemplativa espiritual del hombre ante el mundo. Comparte con Penzoldt que “el arte es la expresión del poder” y saber observar, meditar y pensar es solamente una preparación para poder hacer, y la exteriorización del poder en la creación de obras constituye el arte.

Por eso la cultura la hacen los hombres. Es una creación del espíritu humano y, por lo tanto solamente pueden crear cultura aquellos hombres educados formativamente, que hayan llegado a adquirir la cantidad suficiente para poder crear algo que signifique perfeccionamiento progreso en el camino ascendente de la humanidad, desmenuzando los grados de la cultura en grado progresivo en saber por haber leído, meditar y pensar sobre lo leído u oído, observar que no es igual que ver sino ver con atención y estudiando y, finalmente, adiestrarse en la capacidad para poder hacer: y aquí poder hacer y poder crear aparecen como cumbre de toda cultura y como grado supremo del cultivo del espíritu humano. Al hombre de hoy no le basta saber, no le basta pensar ni meditar, necesita crear y ¡Ay del pueblo que no sea capaz de crear! Los otros, los que tengan esa capacidad, le absorberán y le barrerán de la superficie de la tierra: porque la Naturaleza no permite la existencia de los incapaces y tarde o temprano, el espíritu del poder, el espíritu de los pueblos más cultos se exteriorizará en la conquista del que haya renunciado a la capacidad del poder, al grado supremo de la cultura. Bien entendido que el poder de los pueblos no se mide ahora ni se midió en los siglos pasados por su cifra de analfabetos, sino por el número de sus investigadores.

En la misma línea que Spengler se detiene a meditar sobre cómo nacen, crecen, decaen y mueren los pueblos y las nacionalidades, apreciando que bajo la apariencia de móviles políticos los pueblos obedecen en realidad a su evolución, a leyes biológicas y económicas, siendo la necesidad de subsistir y el impulso de dominio, lo que obliga a los pueblos y a los hombres a actuar en la vida como lo hacen.

Escribe que un pueblo, una nación, un imperio y una cultura o una civilización no son productos nunca de un acuerdo entre todos los habitantes que viven en un país, sino que es un número de individuos, que puestos de acuerdo sobre ciertos puntos se dan una organización y nombran un caudillo que acomete la empresa de dar mayor extensión al pueblo, de realizar conquistas, de ensanchar las fronteras y de aumentar la riqueza y el poderío material de sus habitantes. Para ello captará la voluntad de otros grupos con el propósito de lograr su colaboración, los subyugará si preciso fuera, y aún los exterminará si opusieran resistencia. La ley del crecer y medrar está impuesta por la naturaleza de tal modo, que se tiene o no se tiene la voluntad de ser. Y si se tiene, no hay otro remedio que vencer cuantos obstáculos se opongan al desenvolvimiento y poderío del nuevo pueblo y de la nacionalidad que nace.

La historia sólo es explicable por la necesidad de subsistir, como idea directora de la actividad de los pueblos. Pero el grupo dominante en su fuerza expansiva se disemina y pierde en densidad. Necesita colaboraciones y las busca como puede; casi siempre concediendo derechos a los subyugados, y éstos, en posiciones favorables, se multiplican extraordinariamente y asaltan el poder; pero, incapaces de disciplina surge la demagogia repetidas veces alternando con la tiranía (la misma idea la encontramos en Aristóteles). El fin ha llegado.

Para Bañuelos los sentimientos patrióticos permiten una selección progresiva cuando son premiados por las leyes, y una selección militar progresiva cuando la política del país se orienta hacia el exterior. Por eso insistía sobre su idea central de que la eficacia selectiva humana, en sentido progresivo de una revolución política, se mide ante todo y sobre todo, por las facilidades que brinde para la selección de los mejores teniendo presente el hecho fundamental de que una nación ofrece en todos los momentos de su historia, las características psicológicas del grupo dominante. Y cuando en el curso de los siglos cambia el grupo que rige los destinos de un país, cambia también el carácter y la psicología de la nación, en su conducta y caracteres psicológicos (Ortega y Pareto).

Analizando los problemas que aquejan a España, considera que el más trascendental de todos es el buscar el medio por el que nuestro pueblo pueda dar el mayor y mejor contingente de hombres capaces. No basta únicamente la enseñanza bien orientada. Tampoco un exacto cumplimiento del deber de todos los ciudadanos. Igualmente no constituye el ideal regenerador de un país, el que se busque la perfección en la obra de todos los individuos engranados en la máquina del Estado. Es preciso que se utilicen todos los hombres en los puestos en los que puedan dar el mayor rendimiento. La totalidad de la población de un país utilizada del mejor y más conveniente de los modos, es el ideal del Estado.

Busca en el campo las raíces más profundas y genuinas del pueblo español, de su cultura, de su civilización, de su arte, de su ciencia y de su espíritu. Por ello cultivar la aldea, el caserío, la granja y la pequeña villa, es laborar por España, considerando a la ciudad un producto artificioso de cada época.

Señala los principios y leyes que fundamentan el progreso humano:

1. Ley de perfeccionamiento de toda función.

2. Ley de la diferenciación del trabajo.

3. Ley de la especulación de una función.

4. Ley de supresión de lo inútil e innecesario.

5. Ley del ahorro de tiempo y energía.

6. Ley de la creación de la función nueva.

7. Ley de las subordinaciones a un fin superior.

8. Ley de las defensas.

9. Ley de adaptación a las nuevas necesidades.

10. Ley de las correlaciones, interdependencias y ayudas mutuas.

11. Ley de la captación de ayudas.

12. Ley de la protección desfigurada.

13. Ley del conocimiento de la realidad.

14. Ley del mantenimiento activo de los motores psíquicos.

15. Ley de la educación de la acción.

16. Ley del sentido de lo útil.

17. Ley del sentido de lo eficaz.

18. Ley de previsión del porvenir.

19. Ley del aumento de potencias y reservas.

20. Ley de la fe en sí mismo y en las ayudas divinas.

21. Ley de la vigilancia.

22. Ley de la rectificación.

En uno de sus ensayos del volumen y de su obra Problemas de mi tiempo y de mi Patria hace una crítica del hombre político entendiendo por tal el hombre que ha estudiado, estudia y se ocupa de resolver, en sentido favorable, los problemas de su pueblo y de su Patria. Considera como segunda condición a valorar en el político su concepción de lo que debe ser la política. Para Bañuelos este arte consiste en llevar a un pueblo a un mayor desarrollo y a facilitarle el camino de su persistencia en la Historia por venir, dándole a la vez, una vida más próspera, más fácil y más perfecta, moral y materialmente. Por el contrario el frecuente arte de la intriga y del engaño para alcanzar el poder y servir a sus propios apetitos, sólo puede conducir a la ruina de las naciones, a la desmembración de los Estados y al envilecimiento y aniquilamiento de los pueblos.

J. L. JEREZ RIESCO

Articulo aparecido en la revista Terra Nostra nº 14.

sábado, 27 de agosto de 2011

Desaparición de Marc Fredriksen



Marc Fredriksen ha muerto a la edad de 75 años después de luchar contra un cáncer de pulmón.
Empedernido fumador de pipa, lo fue también de la causa de la militancia nacional y europea, fue muy amigo de François Duprat y Pauty Pierre, y uno de los fundadores de militant .
Ardiente colaborador de las revistas Europa real, la defensa de Occidente, la Acción Europea y Notre Europe.
Fue el principal responsable de la FANE (Federación Europea de Acción Nacional) y del Movimiento de los Nacionalistas Europeos, como tal, fue en los años 80, la víctima de una campaña mediática frenética para tratar de acusarlo de ser el responsable del ataque a la sinagoga de la calle Copernico, de París, lo que causó un gran revuelo en el momento.
Dejó toda actividad política a finales de los años 80.
Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Courbevoie.
Se ha celebrado un funeral este viernes, 26 de agosto 2011 a las 3:30 pm en la iglesia de San Mauricio Bécon, 218 rue. en Courbevoie .

Camarada, que la tierra te sea leve.

domingo, 14 de agosto de 2011

ALTERNATIVA-TE



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lunes, 8 de agosto de 2011

HIROSIMA Y NAGASAKI, NI PODEMOS, NI DEBEMOS OLVIDAR



"Los heridos que nos traían tenían un aspecto horrible. Sus chamuscadas cabelleras estaban enrizadas, las ropas desechas, las partes de piel que quedaban al descubierto casi por completo quemadas, las heridas terriblemente sucias. La mayoría estaba tan desfigurados por las incontables astillas de vidrio y de madera y/o partículas de hierro que se habían incrustados en las caras y espaldas, que resultaba casi imposible reconocerlos como humanos.

El tamaño de los vidrios oscilaba entre el de un grano de arena y el de la yema del pulgar. Más tarde, al practicar auscultaciones con estetoscopios descubrimos que a algunos pacientes les habían penetrado partículas de vidrio en los pulmones que crujían al respirar. Los trocitos de madera eran de materiales de construcción o de ramas verdes.

En un caso observamos como una ramita muy tierna y blanda había perforado el cráneo de tal forma que las hojas colgaban afuera como un adorno de sombrero para damas"

(Testimonio de los médicos japoneses Masao Schiocuki, Ori Nohuo Kusano y Di Sugi Jamamoto, en su libro "No podemos callar")

El 8 de agosto de 1945 Radio Tokio pasaba la siguiente información: “Las autoridades de Hiroshima, ocupadas en la tarea de establecer un primer orden en el caos que produjo la nueva bomba enemiga, de origen desconocido, que explotó el lunes a la mañana, no están aún en condiciones de estimar la magnitud de las pérdidas ocasionadas entre la población civil de la cuidad. Grupos sanitarios traídos de localidades vecinas no podían distinguir a los muertos de los heridos, ni qué hablar de identificarlos. El efecto de la bomba fue tan terrible que prácticamente todo ser vivo, humano y animal, fue literalmente carbonizado en el inmenso calor producido por la explosión”.

“Muertos y heridos estaban quemados hasta tal punto que era imposible reconocerlos. Todos los edificios quedaron destrozados, lógicamente también los puestos sanitarios y hospitales de modo que la labor de ayuda y rescate crecía hasta el agotamiento. La bomba había destruido todo dentro de un amplio radio. Quien en el momento de la explosión estaba en la calle fue quemado por completo, la gente en las casas murió por la gigantesca presión y el calor."

Tres días después de la masacre, la ciudad de Nagasaki corrio la misma suerte, ninguna de las dos era un objetivo militar, fue una acción de castigo para doblegar el espíritu de resistencia del pueblo japonés. Curiosamente el segundo objetivo original era la ciudad de Kokura.

La noche del 8 al 9 de agosto transcurrió en la capital nipona, lúgubre como una pesadilla. La ruptura de la Alianza Ruso-Japonesa por decisión de la U.R.S.S. constituía un golpe mortal para el Japón. En las primeras horas del 9 de agosto un B-29 que llevaba pintado en el morro el incongruente nombre de Bock’s Car (literalmente el “coche de Bock”, pero fonéticamente igual a box car, “vagón de mercancía cerrada”) se dirigía hacia el Japón. Era un bombardeo del 99º Grupo y lleva a bordo otra bomba atómica realizada con un procedimiento distinto al de la lanzada sobre Hiroshima, pero de potencia análoga.

El objetivo, o sea la ciudad, no se determinó sino hasta último momento ya que la elección de la misma dependía de una alternativa dramática: la situación meteorológica. Nagasaki y Kokura dependían de la suerte de la naturaleza.

Pronto el bombardeo llegó al cielo de Kokura. La ciudad se destacó nítida a los ojos de la tripulación del Bock’s Car que la vio surgir en medio de un mar de verdor. El comandante, Charles Sweeney había ordenado activar la bomba y la tripulación se había puesto las gafas herméticas, cuando el apuntador indicó que no podía soltar el ingenio atómico. “No se puede apuntar por la mira”. La conclusión a la que llegaron era que no podían perder más tiempo. Sweeney ordenó virar hacia Nagasaki. Una nube había salvado a Kokura y había hecho caer la balanza del destino del lado de Nagasaki.

Un minuto después de las 12:00 el ingenio atómico fue soltado, y el B-29 se apresuró a alejarse. Aunque el número de víctimas fue menor que en Hiroshima (unos 24.000 muertos y 43.000 heridos) las destrucciones y los sufrimientos fueron los mismos. Además la bomba de Nagasaki fue finalmente reconocida como lo que era, un acto criminal, pues ya no era posible cerrar los ojos ante el horror provocado por los Aliados.

Sin embargo nunca hubo un tribunal militar a semejanza del de Nuremberg para castigar a los culpables de tal atrocidad. Hoy en día los EE.UU. no se someten a ningún tribunal de guerra reconocido por los estamentos internacionales ni toleran ninguna injerencia judicial hacia las acciones criminales de sus soldados. Un claro ejemplo de que la globalización y las cortes penales internacionales solo son para una parte del mundo y para otros no. Pueden existir tribunales internacionales pero no existe justicia internacional. Una vez mas los vencedores se imponen frente a un mundo cada vez mas impasible ante los abusos de estos.

Desde este blog recordamos a todas las victimas de estos prepotentes, para que no caigan en el olvido y que las generaciones venideras sepan reaccionar para restablecer la memoria de aquellos que lucharon por lo mismo que deseamos nosotros para nuestro pueblo.