jueves, 18 de septiembre de 2014

miércoles, 17 de septiembre de 2014

martes, 16 de septiembre de 2014

EL HINDUISMO. Ejemplo vivo de la Tradición hiperbórea

 

EL  HINDUISMO
EJEMPLO VIVO DE LA TRADICIÓN HIPERBÓREA
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El pasado Martes, 9 de Septiembre de 2014 e. c., era presentada en Madrid la obra El Hinduismo (1), de Swami Satyananda Saraswati (2), justamente, por el mismo autor. Varios miembros de Tierra y Pueblo estuvimos allí. Pero dejemos, por supuesto, que sea el propio autor –por lo demás, plenamente consciente de que querer comprender o presentar, aunque sea mínimamente, esta imponente y variada Tradición espiritual (que es el Hinduismo) en un breve ensayo como el suyo es un gran reto– quien nos hable sobre su propia obra (3); nadie mejor que él:


El Hinduismo

El Hinduismo –lo que hoy llamamos como tal, pues su verdadero nombre es Sanatana Dharma, el Orden eterno, la Ley perenne, el Camino eterno– es la Tradición espiritual y metafísica, aún viva, más antigua de la Tierra. Su esencia se ha mantenido hasta nuestros días, y en todo momento ha acogido la auténtica aspiración del ser humano de reconocer la propia Realidad trascendente.

Para el Hinduismo, la esencia de todo ser es sat-chit-ananda, existencia, conciencia y dicha absolutas. El reconocimiento de esta Realidad esencial es el hecho más importante y la culminación de la vida del ser humano.

A lo largo de los milenios, y según las necesidades de cada momento, la Tradición hindú ha adquirido diferentes formas. El Hinduismo contiene en sí el camino solitario del yogui y la austeridad del asceta, así como el camino de aquellas personas sumidas en las responsabilidades familiares y sociales. El Hinduismo acompaña al asceta en la contemplación profunda y radical del hecho de que la totalidad del mundo fenoménico de los hombres y las formas es algo sin sustancia ni realidad en sí mismo, asat, no real; y a la vez guía al adepto en la contemplación del reconocimiento de que la totalidad del Universo es la maravillosa manifestación de la danza extática de la shakti o energía divina y primordial.

La aceptación de las diferentes constituciones internas de los seres humanos, así como la multiplicidad de caminos adecuados para esas variadas potencialidades humanas, es una de las grandezas del Hinduismo. Hay que tener presente que el Hinduismo no depende de ningún mesías ni profeta, ni de la historicidad de persona alguna. Tampoco depende de un único libro sagrado –a pesar del respeto que se les otorga a los Vedas–, ni de una única doctrina o dogma, ni de un único culto, práctica o camino; ni tan solo depende de una sola forma de entender la Realidad (4).

En la raíz misma del Hinduismo se halla el profundo reconocimiento de la sacralidad de toda forma, nombre, acción y ser; la sacralidad del Universo, la Tierra, la Naturaleza, los animales, los árboles, los ríos y las montañas; y, conviene resaltarlo, la sacralidad de nuestra propia esencia, el reconocimiento de que la totalidad del Cosmos (5) es el reflejo de la Realidad absoluta.

El Hinduismo, por su riqueza metafísica, por su falta de limitaciones dogmáticas y por su extraordinaria amplitud, se entiende poco en Occidente, donde eruditos e indólogos con frecuencia lo estudian a través de patrones conceptuales que le son totalmente ajenos.

Es necesario tomar conciencia de que la Tradición hindú otorga el mismo valor al mito que a la Historia. La narración es una forma de contemplar y comprender la realidad alejada del racionalismo occidental.

El Hinduismo y el mundo moderno

La existencia o la “supervivencia” de una Tradición espiritual depende del hecho de que la cosmovisión que comporta pueda ser vivida plenamente y sin impedimentos.

La capacidad del Hinduismo de renovarse y adaptarse a nuevas coyunturas queda probada por su antigüedad y pervivencia durante milenios. En los últimos años se habla de un gran renacimiento hindú. Pero a pesar de este crecimiento, el gran reto que ha de afrontar el Hinduismo es el de las grandes tradiciones religiosas: Su pervivencia en un mundo desacralizado en el que se priorizan los valores materiales sobre los espirituales, en el que los sistemas de transmisión del conocimiento que podríamos llamar tradicionales son sustituidos por sistemas de comunicación de masas, con la pérdida consiguiente de identidad. El gran peligro de la ideología global que se impone alrededor del planeta (alejada de la sacralizad de la vida) es que se presenta como neutra, tolerante, abierta, científica, humanista, como si no quisiera influir en el sentimiento profundo y espiritual de las personas, pero es, de hecho, todo lo contrario y destruye este sentimiento.

Los pilares de la Tradición hindú son valores tales como el contentamiento, la austeridad, la veracidad, la fortaleza, el discernimiento, el no dañar, la entrega, la devoción y la nobleza; palabras que casi ya no pertenecen al mundo actual de los medios de comunicación de masas, donde se normalizan la codicia y el hedonismo. En estas nuevas condiciones se abre un abismo artificial entre las diferentes generaciones humanas, con la consecuencia de que el hilo de la transmisión natural entre padres e hijos (necesario para que una cosmovisión espiritual pueda continuar viva) a menudo se rompe para siempre.

Un punto y seguido, que no final, sobre el Hinduismo...

El Hinduismo mantiene el fuego de la contemplación metafísica y de la verdad upanishádica como una experiencia viva. El gran soporte de la Tradición hindú a lo largo de los milenios han sido siempre los mahatmas, los sabios y los maestros que han trasmitido la luz de la revelación védica expresándola según las condiciones y el lenguaje de cada momento. El hindú sacraliza su vida por medio del apoyo que la Tradición le ofrece, ya sean los diversos rituales, los mantras, el estudio de los textos sagrados, la práctica del yoga en sus diversos aspectos, la devoción por la Divinidad, la meditación profunda y, especialmente, el reconocimiento de la realidad del atman en todo lo que existe. En un Universo donde todo es cambio, el dharma permanece eternamente.

Recordemos las palabras de despedida del gurú dirigidas a sus jóvenes estudiantes, que después de doce años estudiando los Vedas y el dharma regresaban a casa:

«Di la verdad; practica la virtud; no seas negligente en el estudio de los textos sagrados; no descuides la veracidad; no descuides el dharma. No descuides tu propio bienestar; no descuides la prosperidad; no descuides el estudio ni la enseñanza; no descuides los deberes hacia los Dioses y los antepasados. Considera que tu madre es Dios; considera que tu padre es Dios; considera que tu maestro es Dios; considera que el huésped es Dios. Estas son nuestras costumbres dignas, y las honramos» (6).

Swami Satyananda Saraswati


Consideraciones de Tierra y Pueblo sobre el autor y su obra

Tras la lectura de la obra El Hinduismo, oír a su propio autor durante la aludida presentación de la misma y, seguidamente, haber tenido el honor y el placer de poder departir con él unos instantes en el marco referido, podemos concluir, absoluta y sinceramente, que:

Swami Satyananda Saraswati es, por su evidente bonhomía, honestidad, humildad, naturalidad, sabiduría..., sencillamente, un verdadero Hombre de la Tradición que, como tal, la encarna en todo y a cada momento de su vida. Lo que, repetimos, resulta evidente (7).

Y su obra, El Hinduismo –en virtud de las palabras del propio autor, basada o fundamentada en las escrituras, los textos y las escuelas que tienen más relevancia en el Hinduismo védico, así como en las enseñanzas de los mahatmas o sabios que, a lo largo de los milenios, han sido el corazón siempre vivo de esta Tradición; optando casi siempre, además, por aportar una traducción propia con la voluntad de mantenerse fieles al sánscrito original; siendo la narración un modo de contemplar y comprender la realidad, por ello así mismo una de las formas utilizadas en su libro; siendo también su deseo a lo largo del texto que sea la misma Tradición hindú la que se exprese a través de sus propias fuentes y de su propia visión y luz–, es, por su evidente belleza, claridad, concisión, fundamento, lenguaje poético..., también sencillamente, un auténtico compendio de sabiduría. Absolutamente.

De hecho, afirmamos con rotundidad que el autor puede darse por plenamente satisfecho respecto a su noble deseo cuando, también en virtud de sus propias y últimas palabras que concluyen la introducción a su obra que aquí y ahora nos ocupa, manifiesta: «Si este libro es capaz de mostrar una pequeña chispa del resplandor del inmenso Sol del Conocimiento que es el Hinduismo, nos daremos por satisfechos». Pues así es, tal pequeña chispa vive...

Finalmente, desde Tierra y Pueblo, siempre en la búsqueda constante por dotar a nuestros amigos y simpatizantes de aquellos referentes y textos en los que se encuentren los valores en que se fundamenta nuestra Cosmovisión de la Vida, recomendamos y mucho la lectura de El Hinduismo, de Swami Satyananda Saraswati. Pues, no en vano, los orígenes del Vedismo que devino en el Hinduismo y los de la genuina Cosmovisión de la Vida inherente a los pueblos y las tierras de nuestra gran patria, Europa, son los mismos: Hiperbóreos y solares (8).

Notas

(1) El Hinduismo. Colección ‘Fragmentos’, Nº 26; Fragmenta Editorial. Barcelona, Septiembre de 2014 e. c. 168 páginas. Traducción de la versión original en catalán, L’Hinduisme, a cargo de Carla Ros i Tusquets. Colección ‘Introduccions’, Nº 6; Fragmenta Editorial. Barcelona, Diciembre de 2012 e. c.

(2) El autor, Swami Satyananda Saraswati, monje de la Orden (ascética) de Sri Shankará. Nacido en Barcelona en 1955 e. c. Ha vivido durante tres décadas en la India. Ello le ha llevado a conocer a fondo, justamente, el Hinduismo o Tradición hindú; especialmente, el Advaita Vedanta, el Shivaísmo de Cachemira y la Filosofía del Yoga. Conoce a Swami Muktananda Paramahamsa en 1976 e. c., quien lo iniciará en el camino de la meditación. Recibe los votos como ‘sanniasi’ o renunciante (a la vida material) de la Orden de Sri Shankará en 1982 e. c. Se establece a los pies de la montaña sagrada de Arunachala, en compañía de discípulos directos de Sri Ramana Maharshi. Estudia sánscrito en Puducherry (Pondicherry) y Varanasí (Benarés). Posteriormente, bajo la guía de Swami Nityananda Giri, se adentra en la contemplación de las Upanishads en Thapovanam, en el estado indio de Tamil Nadu. Actualmente reside en Catalunya (Cataluña), donde imparte enseñanzas sobre el Hinduismo. Ha editado e introducido la obra colectiva Mística medieval hindú (Editorial Trotta. Madrid, Noviembre de 2003 e. c. 192 páginas) y es autor de varias contribuciones a obras de temática índica. Es fundador e impulsor de Advaitavidya (http://www.advaitavidya.org/), una asociación dedicada a la práctica, la contemplación y el estudio de la Tradición hindú. Acaba de publicar en castellano, justamente, El Hinduismo.

(3) Texto extraído, necesariamente, de la obra que nos ocupa aquí y ahora, El Hinduismo.

(4) Es oportuno incidir en que el autor, Swami Satyananda Saraswati, entrevistado por Eloy Ramos, en el programa ‘La Hora de Asia’ de Radio Exterior de España del pasado Miércoles, 10 de Septiembre de 2014 e. c., hace hincapié en que el Hinduismo es una Cosmovisión de la Vida o una suma de distintas cosmovisiones, es una forma de vivir, una forma de entender la vida, de entenderse a uno mismo; en él, a diferencia de las religiones, no hay un dogma único ni un libro único, no hay un mesías ni necesariamente una estructura, no hay una visión única o una verdad única... Lo sagrado, por lo demás, está en el Todo y en cada una de sus manifestaciones. Así pues, añadimos desde Tierra y Pueblo, es evidente su inequívoca cercanía en sus fundamentos, por su inherente y profundo sentido de Libertad absoluta y Totalidad diversa, al Paganismo o, mejor dicho y por cuanto como europeos nos atañe profundamente, justamente, los paganismos europeos, a fin de cuentas y no en vano, como el Vedismo que devino en el Hinduismo, lo reiteramos, también hiperbóreos y solares, por su origen, su ser y su destino... Los nuestros.

(5) Cosmos, del griego Κόσμος, es decir, Orden.

(6) Taittiriya-Upanishad, I, 9.

(7) Al respecto, también oportuno nos parece, pues, reproducir la entrevista que le hiciera Lluís Amiguet, en la sección ‘La Contra’ de la edición digital del periódico La Vanguardia y publicada, bajo el título de “Dese tiempo”, el Sábado, 12 de Enero de 2013 e. c.:

S.S.S.: ¿Y usted quién es?

L.A.: El Amiguet, de ‘La Contra’: Quedamos en que vendría hoy.
S.S.S.: No le he preguntado ni su nombre ni dónde trabaja, sino... ¿Quién es usted?

L.A.: Me he leído su aventura en la montaña sagrada de Arunachala y en Cachemira...
S.S.S.: Muy bien, pero ¿Quién es usted?

L.A.: Si se pone así... Pues no sé quién soy.
S.S.S.: Ya es un paso admitirlo. Yo lo di hace 37 años –en 1976 e. c.–. Me fui a la India. No quería ser una más de los millones de personas que mueren cada día sin conocerse.

L.A.: Otros muchos viven así tan ricamente.
S.S.S.: No son conscientes de quiénes son y por eso tampoco han conocido a nadie. Viven las vidas de otros: Consumen productos ajenos; trabajan para otros; votan a otros...

L.A.: ...
S.S.S.: ... Y engrosan las audiencias de televisiones de otros... ¿Quiere vivir más y mejor? Empiece por apagar la tele y encenderá el cerebro.

L.A.: La tele relaja y hace compañía.
S.S.S.: ... No se relajará olvidándose, sino descubriéndose. Y cuando se conozca de verdad a sí mismo, jamás volverá a sentirse solo, porque usted es su mejor compañía, y cuando no necesite distraerse, ni entretenerse, ni que le distraigan ni entretengan, verá cómo otros acuden a su lado a disfrutar de su paz.

L.A.: ¿Cómo empiezo?
S.S.S.: Dese tiempo para indagar en su interior y empezará a adquirir una saludable distancia de lo que no es usted, sino sólo sus circunstancias, sus ambiciones, sus miedos...

L.A.: Yo pensaba que soy yo precisamente por mis atributos y mis circunstancias.
S.S.S.: Si va penetrando en su interior a través de esas capas –edad, nación, empleo, cargos, propiedades, clase social...–, verá que usted no es la suma de todas ellas, sino al revés: Usted es lo que queda al trascenderlas.

L.A.: ¿Y si no me gusta eso que queda?
S.S.S.: Su ambición y su odio; sus pasiones y mezquindades son como las de todos, pero su esencia es única en el Universo. Al descubrirla podrá sentirse al fin libre sin depender de nadie. ¡Verá qué tranquilidad y qué goce!

L.A.: ¿Cómo encontrarme?
S.S.S.: A encontrarse no se enseña, se aprende. Los primeros pasos son racionales y puedo explicárselos como técnicas de concentración, pero se quedarán sólo en eso si después no logra transformarlos en una experiencia, una vivencia que te colma.

L.A.: Dice usted...
S.S.S.: Lo experimento en mí mismo y he sentido esa alegría en los maestros, los swamis.

L.A.: ¿El bienestar se contagia?
S.S.S.: Igual que el ambicioso o el envidioso contagian su eterna insatisfacción a los demás.

L.A.: No dice nada nuevo: En el templo de Delfos ya se leía «Conócete a ti mismo».
S.S.S.: Y ya hace 2.000 años que Sócrates fue al mercado y se maravilló: «¡Cuántas cosas que no necesito!». La mística universal ha seguido los métodos de autoindagación del Vedanta milenario. Y siguen sirviendo.

L.A.: Algo así también enseña la Iglesia.
S.S.S.: Yo no predico una fe; ni le pido que crea en nada. Pero sé que si persigue el dinero...

L.A.: No me pida un duro, que voy de cráneo.
S.S.S.: ... La admiración de los demás: ¡Que le quieran! Nunca tendrá bastante. Porque esos deseos no son usted.

L.A.: ¿Quién soy yo?
S.S.S.: Sólo usted puede descubrirlo si se da tiempo. Quienes quieren que se lo dedique a ellos le dirán que lo pierde, pero usted se irá dando cuenta de que lo está ganando.

L.A.: ¿No me aburriré?
S.S.S.: Aprenderá a recoger los sentidos y aquietar la mente. No intente concentrarse en cada idea que le asalta, deje que pasen; que lleguen y se vayan, y observe el inmenso silencio que está detrás de todo pensamiento.

L.A.: ¿Sin hacer nada?
S.S.S.: A medida que profundiza en su introspección notará que su respiración se vuelve lenta y profunda y que va entrando en un espacio interior mucho más amplio.

L.A.: ¿Cómo lo aprendió usted?
S.S.S.: Descubrí el yoga en Barcelona en 1975 e. c. y sentí que removía algo en mi interior: Leí el Bhagavad Gita y me transformó y a los 20 años –hace 37– me fui a la India, aprendí sánscrito y empecé a estudiar el Vedanta...

L.A.: Tiene usted buen aspecto: Mi madre diría que de no haber trabajado mucho.
S.S.S.: Vivo.

L.A.: ¿De qué vivía?
S.S.S.: Los hindúes nos alimentaban a los yoguis de la montaña sagrada de Arunachala. La India se te abre si tú te abres a ella (*).

L.A.: Seguro que pasó hambre.
S.S.S.: Alguna austeridad. Pero sólo con la presencia de mi maestro me reconfortaba.

L.A.: ¿No se había fumado ni bebido nada?
S.S.S.: La meditación no altera la conciencia, sino que la potencia y ensancha. Inténtelo.

L.A.: Yo tengo la suerte de trabajar.
S.S.S.: Tome distancia y reflexione: No viva la vida de otros. No persiga lo que los demás decidan que usted quiere: No sufra por triunfar el triunfo que otros deciden. Sea usted.

L.A.: ¿Y si no sirvo para meditador?
S.S.S.: Usted puede ser el más ansioso y alocado de los hombres, pero también en su interior está el más juicioso, calmado y feliz. Dese tiempo y se encontrará.

(*) Del instante estante. En Arunachala los hindúes ofrendaban a Satyananda (que ya no usa su nombre catalán) alimentos que el yogui descubría al interrumpir días de meditación. Aquí, si un tipo raro extranjero y medio desnudo permaneciera absorto durante catorce horas frente a un portal, los vecinos asustados llamarían a la Guardia Urbana, que se lo llevaría a pegarle una ducha y a alimentarlo en el comedor social. Nuestra cultura deplora la contemplación, así que no se impaciente si la tele del vecino le impide concentrarse. Una joyita del swami –la primera en catalán– de filosofía hindú esencial, L’Hinduisme, le ayudará a encontrarse al descubrir el instante estante entre pensamientos.

(8) He ahí si no, al respecto, la obra fundamental del erudito hindú Lokamanya Keshav Bâl Gangâdhar Tilak, cuyo título lo dice todo: The Arctic Home in the Vedas. Being Also a New Key to the Interpretation of Many Vedic Texts and Legends (El hogar –u origen– ártico en los Vedas. Nuevas claves para la interpretación de numerosos textos y leyendas védicos). Tilak Brothers. Gaikwar Wada, Poona (Pune), 1903 e. c. S. e. u o., circa 470 páginas.



jueves, 4 de septiembre de 2014

lunes, 1 de septiembre de 2014

martes, 19 de agosto de 2014

viernes, 20 de junio de 2014

jueves, 5 de junio de 2014

RATAS NEGRAS. Historia de los estudiantes nacionalistas en Francia. 1965-1995



«Representamos a la juventud, la alegría de vivir de este país, que ha olvidado lo que es eso. No somos conformistas. Nuestro pequeño lado “espontaneísta” no lo negamos. Ese estado de espíritu es único ¡Debemos mantenerlo! Recobremos la virtud de la insolencia, queremos ser hoscos y desagradables. No nos avergüenza ser lo que somos, por lo que pensamos no sentimos ninguna culpabilidad. Sabemos de dónde venimos, tenemos héroes, mártires, no renegamos de ellos. Nuestro símbolo es la Cruz Céltica... Eso puede desagradar, pero a nosotros nos gusta. Ordre Nouveau puede asustar pero no asustarnos. Nuestras virtudes son el orgullo, la insolencia y la juventud. Tenemos tiempo, precisamente porque somos jóvenes, pero también una inmensa impaciencia».

Alain Robert,
antiguo secretario general de Ordre Nouveau y del Front National


d


RATAS NEGRAS
Historia de los estudiantes nacionalistas en Francia
1965-1995
(268 páginas)

sábado, 31 de mayo de 2014

EL “BUDISMO ARISTOCRÁTICO” DE JULIUS EVOLA


El “Budismo aristocrático” de Julius Evola

Era 1943 e. c. cuando Evola publicaba La dottrina del risveglio (La doctrina del despertar), o sea, un momento en que la Historia daba un trágico giro, en particular en Italia, donde el estallido de una de las más crueles guerras civiles se injertaba en un conflicto mundial que parecía haber echado a doblar las campanas pregonando la muerte de la cultura europea. Ciudades enteras, transformadas en piras, habían dejado de existir, y esto no era más que el preludio del inminente Apocalipsis... En esta atmósfera trágica, cuando cabría haber esperado de los intelectuales una actitud combativa, fundada sobre los valores de la acción, del coraje y del heroísmo, Julius Evola daba a leer a su público un libro ¡sobre Budismo! Habida cuenta de la imagen que Occidente se había formado de las tradiciones orientales y más en particular de la enseñanza de Sakiamuni, cabe pensar que entre los numerosos posibles lectores de obra tan inesperada en un período crucial de la Historia de Italia, hubiera quienes vieran en este “ensayo sobre el ascetismo budista” una especie de ¡provocación! Tanto más que los orígenes aristocráticos del autor no parecían predisponerlo, en modo alguno, a interesarse de manera particular por una religión donde los monjes, ajenos al Mundo, desempeñan el papel principal.

Se trataba, en realidad, de un malentendido. Se olvidaba, por ejemplo, que el futuro Buda era también de estirpe noble o, más exactamente, era hijo de rey y príncipe heredero y había sido educado en vistas a que un día heredaría la corona. Se le había enseñado la profesión de las armas y el arte de gobernar y, a la edad justa, se había casado y tenido un hijo. Cosas, todas éstas, que evocarían más la formación física y mental de un futuro samurái que la de un seminarista que se prepara a tomar las órdenes. Un hombre como Julius Evola era el más apropiado para disipar tal error.

Y lo hace en dos frentes: Por un lado, no deja de recordar en su libro cuáles fueron los orígenes de Buda, el príncipe Sidarta, destinado al trono de Kapilavastu; por otro, se empeña en demostrar que el ascetismo budista no es una resignación pusilánime frente a las desgracias de la vida, si no un combate de orden espiritual no menos heroico que el de un caballero en el campo de batalla. Como dice el propio Buda (en Mahavagga, II, 15): «Mejor morir combatiendo que vivir como vencido». Tal resolución coincide con el ideal de Evola de triunfar sobre las resistencias materiales con el fin de alcanzar el Despertar a través de la meditación; no obstante, hay que señalar que el vocabulario guerrero está contenido en los escritos más antiguos del Budismo, o sea, los que mejor reflejan la enseñanza viva del maestro. Evola se entrega incansablemente a borrar esa imagen flaca y desteñida que Occidente se ha creado de una doctrina que en sus orígenes se la quería aristocrática y reservada a “campeones”.

Es sabido que después de Schopenhauer, en la cultura occidental, se difundió la idea de que el Budismo enseñaba una doctrina de renuncia al Mundo, entendida como actitud pasiva: «Dejemos que las cosas sigan su curso; al fin y al cabo, no nos interesan». Dado que en este mundo inferior “todo es malo”, sabio es aquel que, como San Simeón Estilita, se retira, si no a vivir sobre una columna, por lo menos a un lugar aislado para meditar. Y la imagen más corriente que nos hacemos de los budistas es la de monjes con hábitos de color azafrán que van mendigando su alimento y no hacen –según se cree– más que recitar textos aprendidos de carrerilla, puesto que la oración propiamente dicha está prohibida, por lo cual su religión se antoja una forma de ateísmo.

Evola demuestra muy bien que esa noción del Budismo está radicalmente falseada por una serie de prejuicios. ¿Pasividad? ¿Inacción? ¡Todo lo contrario! Buda no cesa de exhortar a sus discípulos a “esforzarse por la victoria” y él mismo, en el ocaso de su vida, podrá decir con ufanía: «Katam karaniyam» (“¡Lo que debía hacer lo he hecho!”). ¿Pesimismo? Es cierto que Buda, tomando una fórmula del Brahmanismo, religión en la que había sido educado antes de partir de Kapilavastu, afirma que sobre la Tierra “todo es sufrimiento”; pero es así, aclara él mismo, porque esperamos que nuestros actos nos reporten de inmediato beneficios concretos. Los guerreros arriesgan su vida por el ansia del saqueo y por el placer de la gloria; pero quedan inevitablemente decepcionados: El botín es magro y pronto malversado y la gloria se marchita con rapidez... Mas si se toma conciencia de este estado de cosas –he aquí un aspecto del Despertar–, el pesimismo se disipa, por cuanto que la realidad es la que es, ni buena ni mala de por sí: Pertenece a un devenir que no puede ser interrumpido. Es preciso vivir y actuar, pues, a sabiendas de que para nosotros ha de contar sólo el instante. Por lo tanto, el deber (el dharma) se afirma como la única referencia válida: “Haz lo que debes”, o sea, “haz, pero de modo que tu actuar sea del todo desinteresado”.

Se adivina cómo Evola no ha tenido que fatigarse mucho para mostrar que este ideal es el de los caballeros andantes de nuestro Medievo, los cuales ponían su espada al servicio de toda causa noble, sin aguardar recompensa alguna. Combatían porque un día fueron preparados para rendir tal servicio y no para enriquecerse despojando a sus adversarios. ¿Eran pesimistas? Desde luego que no, si al concluir su vida podían decir, como Buda: “¡Lo que debía hacer lo he hecho!”. Tampoco eran optimistas, puesto que el principio “todo marcha bien en el mejor de los mundos posibles” no es menos ilusorio que su contrario.

Por fin, el término de “ascetismo” es susceptible de generar errores en quien observe el Budismo desde el exterior. Evola recuerda, a tal propósito, que el sentido original de esta palabra es “ejercicio práctico”, “disciplina” y, se podría decir también, “aprendizaje”. Mas no, como estamos inclinados a creer, una voluntad de mortificación ligada a la idea de penitencia que llega, por ejemplo, a la autoflagelación, pues “es preciso sufrir para expiar los propios pecados”, si no una escuela de voluntad, un heroísmo puro –o sea, desinteresado–, que Evola, conocedor de la materia, parangona con el esfuerzo del alpinista. Para el profano, la escalada es un esfuerzo inútil; para el alpinista, es un desafío que se lanza a sí mismo con el solo propósito de poner a prueba su valentía, su perseverancia y, eventualmente, su heroísmo. Hay aquí una actitud que el Brahmanismo conocía ya bajo ciertas formas del yoga, en especial las tántricas. A esto, Evola, unos años antes –concretamente, en 1926 e. c.–, había dedicado el libro L’uomo come potenza (El hombre como potencia).

En el ámbito espiritual el modo de proceder es el mismo. Buda en determinado momento, según se sabe, estuvo tentado de una forma de ascetismo semejante a la del ermitaño del desierto; ayunos prolongados, prácticas tendientes a “quebrantar la resistencia del cuerpo”, etc. Pero llegó a ser verdaderamente él mismo, accedió al Despertar, sólo cuando comprendió que este camino no llevaba a ninguna parte. Con gran escándalo de sus primeros discípulos dejó de mortificarse, comió hasta satisfacer el hambre y volvió a mezclarse con el mundo de los hombres. Pero a partir de entonces comenzó a actuar con desprendimiento: El Mundo ya no podía hacer presa de él, que se había convertido en un “héroe”, como habrían dicho los griegos antiguos, o casi un Dios.

Tal es el significado profundo de la enseñanza del príncipe Sidarta, transformado en “el Despertado”, el Buda, o “el asceta salido de la dinastía real Sakia (Sakiamuni)”. Y todo el valor del libro de Evola está en poner de manifiesto este Budismo auténtico. Para ello recurre masivamente a las fuentes originales, las recogidas en el canon en lengua pali, la lengua utilizada por Buda en su predicación. Aunque se trata siempre de una erudición mantenida bajo control, que no se tiene ella misma como fin, cual a menudo ocurre con los especialistas, si no que cumple su papel, esencial pero subalterno, de medio de demostración. La obra de Evola, como él mismo recalca en el título, es un “ensayo”, un compendio, no una summa. No es una historia del Budismo primitivo, antes bien una reflexión sobre la verdadera naturaleza del ascetismo budista y sobre su posible integración en el mundo moderno.

¿Quién puede saber lo que Evola pensaba mientras escribía este libro? Por mi parte, me inclino a creer que, presintiendo la tragedia inminente, quiso ilustrar la virtud de la perseverancia y de la fidelidad, aunque el combate no tuviera camino de salida. Y cuando, en 1945 e. c., recibió en Viena la terrible herida que lo dejó inmovilizado los treinta años que aún le quedaban por vivir, se puede creer que, sobreponiéndose a sus sufrimientos y a su desazón por no poder ya escalar las cimas que siempre le habían atraído, se dijo que, como fuera, había hecho lo que debía hacer, habiendo nacido tal día y en tal lugar: Testimoniar la verdad. Y si, por desgracia, en esta edad oscura en la que el Universo se precipita hacia su fin (necesario para que aparezca un Mundo nuevo, según la doctrina cíclica del tiempo), la gente no es capaz de recibir tal testimonio, ¿qué más da? Como dijo el propio Buda: «Quien ha despertado es semejante a un león que ruge hacia las cuatro direcciones del espacio». ¿Quién puede saber cómo resonará el eco de este rugido? Como quiera, es el rugido de un vencedor y esto es sólo lo que cuenta.

Jean Varenne,
Doctor en Letras, indólogo, cofundador y Presidente del G.R.E.C.E.

viernes, 25 de abril de 2014

lunes, 21 de abril de 2014

Primer coloquio sobre Dominique Venner



El primer simposio sobre el trabajo y las ideas de Dominique Venner se celebrará 17 de mayo 2014 en la Maison de la Chimie , en París, a partir de las 14.30 ( 28 rue Saint- Dominique 75017 Paris ).

Las intervenciones del programa :

- " Dominique Venner , historiador y ensayista de la historia" por Philippe Conrad
- " Dominique Venner , Corazón rebelde" por Pierre -Guillaume Roux
- " Las lecciones del Samurai " de Javier Portella
- " Dominique Venner visto desde Italia " por Casapound
- "El espíritu del Cuerpo Franco " de Bernard Lugan
- " Un ejemplo de la participación " de Alain de Benoist

También marcará el lanzamiento de la reedición de Corazón rebelde por Éditions Pierre -Guillaume Roux.

El cupo es limitado, así que recomendamos que se use la compra de entradas online.


miércoles, 19 de marzo de 2014

Chiítas y sunnitas


Adjuntamos un enlace a un interesante documental de poducción iraní, concretamente de Hispan TV, en el que se explica para el publico neofito, la manipulación a la que estan siendo sometidas las distintas sectas sunnies para sembrar el caos y la guerra entre los musulmanes. Fruto de esta manipulación es la actual invasión de elementos yihaddistas que esta sufriendo Siria, asi como los constantes ataques y atentados entre las distintas facciones islamicas en todo el mundo musulman.




viernes, 7 de marzo de 2014

LA BÚSQUEDA DE MIGUEL SERRANO EN INDIA



Medio siglo después de su primera edición, vuelve a imprimirse La Serpiente del Paraíso, uno de los libros más profundos e importantes de Miguel Serrano, mi padre, en el cual relata su búsqueda por las ciudades, valles, ríos sagrados, altas cumbres, templos y “ashrams” de la legendaria India. Vivió allá por diez años como un peregrino más, pero no cualquier peregrino, pues en realidad tenía la sagrada misión de encontrar el Monte Kailás en algún recóndito lugar del alto Himalaya, cercano a la frontera con el Tíbet. En el interior de ese monte estarían los Guías de la orden a la cual perteneció mi padre, quienes eran poseedores de antiguas sabidurías y las lenguas olvidadas de los atlantes, o quizás de sus antecesores.

Fue aquel un viaje místico que se realizó por el mundo exterior e interior, y aunque tuve la fortuna de acompañarlo junto a mi madre y hermanos durante un extenso periplo por esa nación, era yo demasiado joven para darme cuenta de la real importancia de su paso por India. Pero luego, con el devenir del tiempo, vendría a descubrir esta trascendencia y su “dimensión cuasi cósmica”, como se podría decir. Artículos en la prensa de Nueva Delhi, libros de swamis como Bhagwan Shree Rajneesh, lo mencionaban con profundo respeto y admiración. Fue realzado mucho más en el extranjero que en su propio país, situación que no me parece extraña conociendo ciertos rasgos muy típicos de Chile, sobre todo su tacañería intelectual.

Ahora entiendo con absoluta claridad que él fue un chileno -diplomático por añadidura-, que se identificó, como muy pocos han logrado hacerlo, con las costumbres, religión, filosofía y mitología hinduistas. Sin embargo, cuando vivíamos en India era simplemente mi padre, el hombre y el amigo a quien tanto quise, y que ahora me visita en sueños. Y regresan a mi mente aquellos viajes que realizamos juntos, como si el tiempo se hubiese detenido por unos instantes…

Recuerdo que en una ocasión nos dirigimos en automóvil hacia Rishikesh, a orillas del Ganges, puerta de entrada hacia el alto Himalaya donde residen las deidades Shiva y Vishnú. Era muy temprano por la mañana y un Sol inmenso aparecía en el horizonte para entibiar el paisaje. Pronto el calor comenzaría a caer desde el cielo, surgiendo también desde las profundidades mismas del suelo polvoriento. A esa temprana hora se observaba una caravana permanente de hombres, mujeres, camellos y carretas, desfilando por el borde del camino ante nuestros ojos atónitos. Un paisaje externo que se repetiría mil veces durante el largo peregrinaje de mi padre por India.

Ya en Rishikesh conoceríamos al Swami Sivananda y su famoso “ashram”. En anteriores visitas el Swami le había contado a mi padre sobre sus experiencias en el sagrado Kailás, mencionando que en el monte propiamente tal no había ningún monasterio habitado por seres especiales, como brahmanes y siddhas; ninguna sombra extraordinaria, ninguna luz singular emanaba desde la montaña. Aunque éstas deben haber sido palabras decepcionantes, no impidieron que mi padre continuara su búsqueda a lo largo y ancho de la India milenaria con el propósito de encontrar una entrada que le permitiera acceder a esa otra dimensión, donde él creía que habitaban los gigantes y los héroes de antaño.

Apropiado es recordar todo aquello en estos momentos, cuando se cumple un lustro desde su partida hacia las estrellas y el firmamento.


JOSÉ MIGUEL SERRANO

miércoles, 5 de marzo de 2014

martes, 4 de marzo de 2014

SUBVERSIÓN EN UCRANIA


Vale la pena seguir con atención los acontecimientos de Ucrania, que se encuadran en la penetración hacia el Este de la OTAN – es decir el brazo armado del mundialismo anglosajón – y su vasallo la Unión Europea. Porque parece bastante claro que la revuelta en Ucrania que ha depuesto a su presidente Yanukóvich (elegido en 2010, recordemos, en elecciones por todos consideradas bastante correctas) ha sido fomentada por Occidente.

Han sido tres meses de protestas culminadas en una mini revolución, en la cual – como en toda revolución – grupos bien organizados y encuadrados han aplicado la fuerza en el momento oportuno y han dirigido a las masas o han canalizado su furia. No se quería esperar a nuevas elecciones para acabar con el gobierno, se tenía mucha prisa. Suponiendo que los ucranianos en general y en todo el país estuvieran tan hartos de Yanukóvich como nos dicen, porque quizás el presidente habría cambiado pero difícilmente se habría instalado en el poder un gobierno tan pro-occidental y anti-ruso.

¿Manifestaciones de masa espontáneas? ¿Una protesta ciudadana multitudinaria con una tal capacidad de combate, con policías linchados y edificios del gobierno quemados, porque no se ha firmado un acuerdo comercial con Europa? ¿Esto es lo que pretenden que creamos?


Por otra parte un movimiento de este tipo y con esta fuerza no sale de la nada, ni se le puede crear desde el exterior. Ciertamente existía mucho descontento en el país, y no se lo ha inventado Occidente. Pero lo que sí se puede es fomentar la subversión y aprovechar los conflictos existentes, según técnicas que han sido repetidamente empleadas en los últimos años y dejan muy lejos las técnicas de subversión comunista de la Guerra Fría.


La famosa subversión comunista de la segunda mitad del siglo XX, en efecto, se queda como algo superado y cosa de aficionados, bien poco en comparación con las modernas ONG’s y fundaciones regadas con los ríos de dinero del poder financiero internacional, con las técnicas se subversión a distancia a través de Internet, el espionaje telemático, y en fin los medios de comunicación de masas globales. Medios que, como comprende a estas alturas cualquiera que no se tape voluntariamente los ojos, siguen directivas ocultas y férreas que vienen de arriba, rígidamente alineados en una propaganda convergente.

Es totalmente evidente que se ha tratado, en esta pequeña revolución ucraniana, de una revuelta cultivada durante varios meses de agitación, canalizando un descontento popular existente. En su fase final llevada a cabo, en un momento bien elegido, con una estrategia militar de guerrilla urbana y tropas de choque bien encuadradas y adiestradas; una fuerza de choque que ha llevado el peso principal de los combates y tras la cual no es difícil adivinar las milicias paramilitares de partidos patrióticos, en primer lugar Svoboda que es el más combativo: Es un movimiento cuyas ideas desde luego no cuadran con la degeneración social propugnada por Occidente (comentaré esto después) pero que, en nombre de la lucha contra Rusia, ha combatido en un golpe organizado por Occidente.

Acompañando la lucha política sobre el terreno, en el frente virtual y mediático de la opinión pública los medios de comunicación afines han cumplido fielmente con la parte que tenían encomendada.


Naturalmente también los medios rusos presentan las cosas a su manera, pero tras haber leído varios artículos de una y otra parte debo decir que sus análisis son mucho más equilibrados y significativos, aun defendiendo generalmente el punto de vista ruso. Los medios occidentales en cambio raramente se elevan sobre el nivel de una burda propaganda y una tendenciosidad absolutamente falta de pudor.


La elección de las palabras nunca es casual: es curioso cómo en algunos artículos se habla del “pueblo” ucraniano que se ha rebelado y, en cambio, del “populacho” en Crimea que se siente ruso. Así como los medios hablan del autoproclamado gobierno de la región de Crimea, que no acepta el nuevo poder y terminará probablemente uniéndose a Rusia antes o después. Por lo visto no es autoproclamado el gobierno de Kiev que ha derribado con la fuerza el anterior, de manera totalmente ilegítima desde el punto de vista del sistema democrático.


Pero esto no es nada nuevo: quien tenga algo de memoria recordará cómo durante las guerras yugoslavas en los años 90 eran autoproclamadas la república serbia de Bosnia y la Krajina en Croacia (esta última invadida por los croatas que expulsaron a 700.000 serbios) porque se había decidido que estos últimos eran los malos. En cambio no eran autoproclamadas las repúblicas que se separaban de Yugoslavia y no era autoproclamado el Kosovo, porque Occidente les apoyaba.


Y no sólo son abiertamente tendenciosos los artículos generalistas, digamos para las masas, sino también en los que se presentan como análisis en profundidad, destinados a quien tiene la paciencia de leerlos. Es un signo interesante de que las élites occidentales empiecen a confundir la realidad y la propaganda. Pero es natural al fin y al cabo: quien admite defender sus intereses y los de su gente es siempre más honesto de quien hipócritamente se arropa de superioridad moral en nombre de pretendidos principios universales. Este último, con el tiempo, pierde hasta la capacidad de ver la realidad porque en mayor o menor medida termina creyéndose su propia propaganda.

Y los modernos misioneros occidentales del libre mercado, el orgullo gay, la ideología de género y la tiranía del neofeudalismo del dinero – que todo hunde la raíz en el mismo suelo como he comentado en otras entradas – se creen realmente los salvadores de la humanidad.

Volviendo a lo de Ucrania, subrayemos una vez más que ha sido a todos los efectos un golpe de Estado, resultado de una insurrección apoyada y fomentada por Occidente. Un ejemplo de este apoyo es el discurso inflamatorio de Bernard Henry-Lévy frente a la multitud en Kiev el 9 de Febrero.



¿Qué se le había perdido en Kiev a nuestro conocido “filósofo” (además de apreciado consejero del gobierno francés y apologista de todas las recientes agresiones y campañas terroristas apoyadas por la OTAN como en Libia y Siria)? Pues iba a incitar a la rebelión contra el gobierno del país y a derribarlo con la fuerza.

Es superfluo indicar que si un agitador extranjero fuera enviado a Estados Unidos o cualquier otro país para incitar al derrocamiento del gobierno con la violencia, está bastante claro que sería inmediatamente arrestado y puesto de patitas en la frontera. Pero es que el Lévy ha sido sólo uno de los agitadores enviados por la Unión Europea y EEUU a Ucrania; otro ha sido el yanqui John Mc Cain que ha sido últimamente un habitual en los movimientos de oposicion ucranianos, sin olvidar en fin el grifo del dinero que seguramente habrá estado bien abierto.


Una vez hecha la jugada, ante la irritación y las acusaciones por parte de Rusia, Obama y otros políticos americanos han deplorado la “mentalidad de guerra fría” de Rusia que ve el mundo como “un tablero de ajedrez”, advirtiendo que se debe respetar la integridad territorial de los países y no intervenir con tropas.


No dejan de ser curiosos estos sermones viniendo de donde vienen, pero claro, hay que entenderlos y descodificarlos en cristiano. Lo que quieren decir en realidad es que la guerra fría continúa y el tablero de ajedrez existe pero sólo ellos pueden mover las piezas; que ellos pueden desestabilizar y subvertir un país mientras los demás deben estar atados de pies y manos, limitándose a aceptar los hechos consumados.


Sobre la soberanía y la integridad territorial harían mejor en callar, porque tiene cojones que digan esto quienes en los últimos quince años han invadido Irak y Afganistán, han agredido Serbia para quitarle una provincia y derribar su gobierno, han provocado una guerra civil en Libia interviniendo para dar la victoria a sus protegidos y han intentado hacer lo mismo en Siria, donde no han tenido escrúpulos en utilizar su franquicia de terrorismo islámico Al Qaeda® para subvertir y destruir el país.


Como podemos ver, la superioridad moral del Yes We Can y sus compadres es apabullante, cualquiera que no esté de acuerdo es un malvado o defiende oscuros intereses. Después de todo tiene el Premio Nobel, aunque se lo hayan dado porque es moreno.

La retórica democrática y derechohumanista se muestra, una vez más, por lo que es: una colosal verbena de cinismo e hipocresía.


Una mención especial merece la participación en la revuelta ucraniana de los movimientos nacionalistas como Svoboda, que han jugado un papel fundamental y representan también – especialmente el partido citado - una gran fuerza, sea a nivel electoral que en la calle con su combativa militancia. Este hecho se está pasando bajo silencio en los medios occidentales y no es difícil comprender por qué. La ideología de Svoboda en muchos aspectos está en línea con los movimientos patrióticos y antimundialistas de los países occidentales, su visión del mundo se basa en valores cristianos, rechazan el liberalismo y el capitalismo de la democracia occidental, así como como el culto del libre mercado.


Yo sí les invitaría a comer a mi casa, pero para la ideología que domina Occidente son impresentables desde la cabeza a los pies.


En efecto, su programa comprende, en lo social y económico, la inalienabilidad de la tierra y la restricción de su comercio, el control sobre la economía con un importante sector bancario estatal y controles sobre el Banco Central, la tendencia a la autarquía con la defensa del producto nacional y la protección de agricultura e industria, la propiedad pública de los servicios esenciales, la lucha contra el aborto, la defensa de la familia y el rechazo de la propaganda de las desviaciones sexuales. Así como criterios étnicos para la ciudadanía y el fomento de una educación patriótica.

En lo político la esencia de sus posiciones consiste en la oposición a Rusia y la eliminación de su influencia en Ucrania, un poco como una de las aspiraciones de los movimientos patrióticos en Occidente es la liberación de la OTAN y la influencia americana. Pero en el caso de Svoboda llegan auna rusofobia explítica y persecutoria hacia su propia población rusa o de habla rusa, con un programa agresivo de normalización lingüística que no sólo fomenta el ucraniano sino que quiere perseguir el ruso, y a la misma población rusófona o de etnia rusa – ignoro hasta qué punto es posible distinguir étnicamente rusos y ucranianos – así como varios otros puntos que traen a la memoria la “ley de memoria histórica” del Z-Infame en nuestro país.

En lo militar, evidentemente con un enfoque antirruso, aspiran al rearme convencional y nuclear, así como buscar la protección de EEUU y Reino Unido (evidentemente les resulta claro quién manda en la OTAN y que los demás “aliados” cuentan como un cero a la izquierda).


Nada habría que objetar contra buena parte de este programa, al contrario, muchas cosas me parecen excelentes y deseables, además de necesarias en cualquier movimiento de liberación europea.


Sobre la parte geopolítica de su programa, probablemente sean inevitables las posiciones antirrusas en un movimiento patriótico, dado el peso de la historia que tienen en común con un largo período de dominio ruso, y el desorden que dejó la disolución de la Unión Soviética. Por limitarnos a la historia más reciente, hubo un movimiento de resistencia antisoviético en Ucrania hasta bien entrados los años 50, apoyado por Occidente, y muchos patriotas ucranianos reivindican explícitamente el período de la Segunda Guerra Mundial en que un estado ucraniano satélite de Alemania combatió contra la Rusia de Stalin.


Las primeras acciones llevadas a cabo tras la toma del poder, como abolir la oficialidad de la lengua rusa en todas las regiones y abatir símbolos y monumentos relacionados con Rusia, indican el papel importante, si no principal, que tienen el nacionalismo y en particular Svoboda en la nueva etapa. Lo que quieren en primer lugar es dejar claro que son antirrusos, aunque con estas provocaciones esencialmente inútiles lo que van a provocar es una fractura del país, cada vez más si siguen a ultranza en esta línea. Y en el momento en que escribo estas líneas regiones enteras están mostrando su rechazo al nuevo gobierno, no solamente en Crimea donde las tropas rusas ya han intervenido. Veremos cómo sale al final todo esto.


Naturalmente es para utilizarlos como arma contra Rusia y en virtud de esta parte de su programa, que Occidente ha apoyado a los movimientos patrióticos ucranianos, a pesar de la afinidad de éstos con el “área” identitaria o – en jerga mundialista – de extrema derecha, en lo social y económico. De hecho si fuera un partido en un pais occidental los pondrían de neonazis para arriba. Y quizá lo hagan cuando llegue el momento de desembarazarse de ellos.


Porque ese momento llegará si Ucrania o una parte de ella se estabiliza en la órbita occidental. Es difícil descifrar el juego que llevan Svoboda y los patriotas ucranianos, porque seguramente Occidente les ayudará a separarse de Rusia y también a potenciar su ejército, aunque desde luego se pueden olvidar de las armas nucleares. Pero si piensan que el Occidente de los “matrimonios” y las adopciones homosexuales, exportador de degeneración moral y social, les va a permitir una política de defensa de valores cristianos y tradicionales, van de culo.


Como también van de culo si piensan que van a dejarles controlar el Banco Central, la moneda y la economía, si creen que van a poder proteger la industria y la agricultura nacionales contra los tiburones de la especulación y las leyes del mercado, si creen que Ucrania va a conquistar así soberanía nacional y ser dueña de su destino. Muy al contrario, los expertos del FMI y de la finanza internacional ya están afilando los colmillos y se están relamiendo ante su nueva víctima, para ayudarla - es decir hundirla hasta el fondo en la esclavitud de la deuda - con las habituales condiciones draconianas, que obligarán a Ucrania a malvender su sector público y a ceder hasta la última migaja de su soberanía monetaria y económica.


No creo que sea esto lo que quiere Svoboda ni lo que querría un patriota ucraniano. Quizá otros componentes del movimiento que ha tomado el poder, o falsos políticos nacionalistas, lo asumen y simplemente obren con engaño y mala fe. Pero suponiendo la buena fe al menos en una parte de los líderes del movimiento nacionalista, hay que pensar que estas cosas las han considerado y por tanto que su juego es utilizar a Occidente, que les apoya contra Rusia, manteniéndose en una especie de equilibrio a tres bandas para llevar adelante su ideario.


Pero es como mínimo muy dudoso que ellos solitos – aunque se crean el centro geopolítico de Europa como afirman – sean capaces de utilizar el poder de Occidente para sus fines; es bastante más verosímil que sean ellos los utilizados e instrumentalizados.

No es la primera vez que se utilizan movimientos o personajes que en teoría son ideológicamente hostiles al poder que actualmente domina Occidente: por ejemplo durante la disolución de Yugoslavia el presidente croato Franco Tudjman no tenía problemas en reivindicar el legado del movimiento nacionalista Ustacha, que gobernó el estado croata aliado de la Alemania nacionalsocialista. Tudjman era un revisionista histórico y no lo ocultaba. Sin embargo todo ello no impidió que cumpliera un papel útil en la disolución de Yugoslavia, impulsado por el odio antiserbio de forma muy parecida a como el odio antirruso impulsa el nacionalismo ucraniano. Se le dejaba hablar con tal de que hiciera su parte y hoy, después de dos décadas, el señor Tudjman ya ha pasado sin que sus ideas hayan influido de manera relevante, y Croacia se ha integrado totalmente en el sistema occidental.


Asimismo los islamistas radicales serán todo lo antimodernos, antioccidentales y antiamericanos que quieran, pero evidentemente no crean preocupación ni representan una verdadera amenaza al sistema mundialista que los ha utilizado abundantemente y lo sigue haciendo. Había islamistas luchando en Bosnia contra los serbios, los ha habido en el derrocamiento de Gadafi, han sido enviados también a Siria para que luchen contra el gobierno de Assad.


Así, movimientos que serían llamados fascistas o neonazis en Europa son apoyados tranquilamente por Estados Unidos y la Unión Europea en Ucrania. No parece preocupar que participen en un gobierno o incluso que lo dominen: intentando hacer de adivino, la estrategia puede ser separar Ucrania de Rusia, sujetarla bien financiera y militarmente, para en un segundo momento neutralizar los movimientos patrióticos. 

Claro que todo esto puede salir bien o mal, existe un fermento europeo contra el mundialismo que está creciendo, y el tiro bien les puede salir por la culata. Todo depende, como siempre, de los hombres y de su lucha que es lo que da forma a la historia.

El futuro ahora más que nunca parece impenetrable y cargado de posibilidades. En el momento que escribo Rusia ha intervenido militarmente, por el momento en Crimea, y el futuro de la parte oriental de Ucrania, con abundante poblacion rusa, es incierto. Ciertamente quienes han desencadenado esta situación no podían esperar tocar las narices a los rusos tan de cerca sin que estos reaccionaran: ya lo intentaron a mucha menor escala y en un punto menos vital en 2008, en Georgia, con el resultado de una pequeña guerra resuelta en pocos días por el Ejército ruso.


Concluyendo ya, podemos extraer de estos acontecimientos una reflexión final sobre el límite de los movimientos nacionalistas europeos, y precisamente que si se quedan en la defensa del interés nacional, si su horizonte no va más allá, están condenados a ser instrumentos del mundialismo porque terminarán enfrentando antes o después unos países europeos con otros.


Evidentemente es inevitable que haya roces entre países vecinos por motivos históricos, políticos, económicos, que pueden llegar a ser enemistad; es la palanca sobre el cual actuarán las fuerzas que dominan actualmente Europa, si el continente comienza a escapárseles de las manos. La antigua máxima divide et impera es siempre válida; el límite de las fuerzas identitarias y los movimientos patriotas en Europa es que si no logran sobrepasar el horizonte del interés puramente nacional no tienen ninguna posibilidad de ser un peligro para el sistema.


Pueden ser un peligro y una alternativa real sólo en el caso de que los antagonismos – que siempre van a existir – se subordinen a un patriotismo europeo – patria no como nación histórica, sino como tierra de los padres – que respete las peculiaridades de cada país sin imponerle a nadie modelos que le sean extraños, sin ninguna enfermiza y opresiva obsesión por reglamentar todo y controlar todo como la actual burocracia europea. Un patriotismo europeo que sepa contener en su interior los nacionalismos, y éstos sepan reconocer la prioridad de la idea europea, en un orden nuevo que aún se debe formular. De lo contrario el horizonte del nacionalismo europeo estará limitado con una cadena muy corta y la lucha contra el sistema estará destinada al fracaso.

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